Wednesday, March 08, 2006


De niño no me gustaban
los libros ni las sotanas
ni salir en procesión,
era tan desobediente
como el viento de poniente,
revoltoso y juguetón,
En vez de mirar pal cielo
me puse a medir el suelo
que me tocaba de andar,
y nunca seguí al rebaño,
porque ni el pastor ni el amo
eran gente de fiar,
Como aquel que calla, otorga,
y aunque la ignorancia es sorda,
pude levantar la voz,
más fuerte que los ladríos
de los perros consentíos
y que la voz del pastor,
Empecé haciendo carreras
por atajos y veredas
muy estrechas para mí,
y decían mis vecinos
que llevaba mal camino apartado del redil,
Siempre fui esa oveja negra
que supo esquivar las piedras
que le tiraban a dar,
y entre más pasan los años
más me aparto del rebaño
porque no sé adonde va.

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